• "¿OMBLIGUITIS O ESPÍRITU SAMARITANO?"




    Todo el tiempo estamos ante una disyuntiva: elegir el camino del capricho y el egoísmo, o atender a la necesidad del otro. Las personas con las que interactuamos, lo que consumimos de los medios masivos de comunicación y también lo que leemos, generan influencias. ¡Cuán importante es ser consciente de esas influencias y tomar buenas decisiones!

    Te doy un ejemplo con dos propuestas claramente antagónicas en el mundo de los libros. Comencemos con el mensaje patético de Stanley Bing en “¿Qué haría Maquiavelo?”:
    “El verdadero maquiavélico, como los niños, cree que no hay nada más grande o más importante que él mismo. Para tener éxito usted debe compartir ese punto de vista, para volver al egocentrismo liberador del niño egoísta y amoral que quiere lo que quiere y no permite que nada se interponga en su camino.
    Todo lo que el niño hace está bien porque, para un niño, su satisfacción es el único valor en el universo.
    Usted también puede eliminar su conciencia encontrando al niño que vive dentro de usted y sacándolo a la luz del día. A medida que usted se vuelve más y más joven, descubrirá que la parte de usted que lo castiga por su mala conducta va desapareciendo. ¡Caramba! ¡Qué bien se siente eso! ¡Y lo libre que se sentirá de hacer… realmente cualquier cosa!”.

    Finalizada esta vomitiva propuesta, vamos con Daniel Goleman en “Focus”:
    “En la parábola bíblica del buen samaritano un hombre se detuvo para ayudar a un extraño a quien habían golpeado y robado. El hombre yacía al costado del camino. Otras dos personas lo habían visto, pero temiendo algún peligro habían cruzado al otro lado del camino, dejándolo atrás.
    Martín Luther King Jr. observó que los hombres que no ofrecieron su ayuda se hicieron esta pregunta: “¿Qué me sucederá si me detengo a ayudar a este hombre?”.
    Pero el buen samaritano hizo la pregunta inversa: “Si no me detengo a ayudarlo, ¿qué le sucederá a él?”.
    La compasión requiere empatía, que a su vez, necesita de la atención dirigida a los demás. Si estamos absortos en nosotros mismos, sencillamente ignoramos a los demás. Que es ignorarnos a nosotros mismo, porque el otro soy yo. Podemos pasar a su lado con total indiferencia ante lo que les sucede. Pero una vez que los vemos, podemos percibir sus sensaciones y sus necesidades, y actuar en consecuencia”.

    Corazón, cuidado con las influencias que te invitan a seguir siendo un niño caprichoso. No he conocido a una sola persona egoísta que viva satisfecha. Alguien necesita de tu tiempo y de tu talento. Si no te detienes a ayudarlo, ¿qué habrá de sucederle? No eres Superman ni un Mesías, pero sí prestas atención a una persona necesitada, le harás llegar nada más y nada menos que una manifestación del Amor de Dios. En una situación de dolor, tu ayuda puede hacer una gran diferencia...

    Flavia de Corazón a Corazón!

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