asumir. Incluso con las nalgas apretadas, puedo pretender que todo va bien y
seguir sonriendo. En cambio si ando con las nalgas muy sueltas, con un balanceo de las caderas muy pronunciado, tomo el lugar, el mío y el de los demás. Amo el poder porque dirigiendo, me aseguro el control. No he de
cambiar: intento obligar a que cambien los demás! Tomo consciencia de que estoy enganchado a mi pasado, a mis ideas, a mis viejas heridas y que incluso puedo vivir rencor o ira. Acepto soltar e ir hacía delante y abrirme a nuevas experiencias de la vida.
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