• Marche un Empujoncito...

    Me contaron una historia. Dicen que en una oportunidad un hombre muy rico organizó una fiesta en su casa. De repente propuso un desafío: al que se animara a cruzar a nado su pileta de punta a punta le concedería lo que pidiese. Un pequeño detalle es que varios cocodrilos hambrientos ya estaban cómodamente instalados en la piscina. Cuando nadie lo imaginaba, un hombre se lanzó al agua y, con duros forcejeos sumados a mordeduras de todo tipo, llegó bastante maltrecho a cumplir el objetivo.
    Ante el aplauso generalizado, el millonario se acercó al vencedor y le dijo: -¿Qué querés: una mansión, un auto de lujo?
    Jadeante el hombre respondió: - No, también soy un hombre adinerado y todo lo que me puedas ofrecer ya lo tengo.
    Sorprendido, el anfitrión agregó: - ¿Entonces, qué querés?
    El héroe del día alcanzó a decir: - ¡¡Encontrar al chistoso que me empujó al agua!!
    Un empujoncito. La enseñanza que nos deja el relato es que un empujoncito nos puede llevar a lograr lo que nunca hubiéramos imaginado.
    Suelo utilizar el término “empujoncito”. Mi definición casera sería algo más o menos así: dícese de la acción por la cual una persona con fe en otra le anima a dar un nuevo paso en su vida; quizá le lanza una visión y lo alienta a caminar en una nueva orientación. La motivación es el crecimiento del otro, basada en la fe sobre el potencial del “empujado”.
    Lo diferencio de la “presión” sobre el otro donde no hay respeto, no hay una valoración clara sobre lo que el otro puede y quiere hacer. La “presión” generalmente está vinculada con una necesidad del “empujador” y no del “empujado”.

    Bendiciones!!!

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