Los milagros son naturales.
Cuando no ocurren, es que algo anda mal.
El Curso nos enseña que lo más natural en este mundo es estar en paz y ser uno con Dios, porque esa paz
procede del Espíritu Santo en nosotros. Lo que no es natural en este mundo son las cosas que nos defienden
en contra de esa naturalidad; los sentimientos de ira, el conflicto, la depresión, la pérdida, la culpa, la ansiedad,
etc. Todos estos no son naturales porque no provienen de quiénes somos realmente. En este mundo, los
sentimientos de paz, de dicha, y de ser uno con toda la humanidad reflejan lo que somos en realidad y, por lo
tanto, son naturales.
En otras palabras, cuando no ocurren los milagros, y aquí podemos pensar en los milagros como la extensión
del Espíritu Santo en nuestras mentes, algo anda mal porque hemos puesto alguna cosa de por medio. Eso es todo lo que es el ego: una obstrucción que entorpece la consciencia de quiénes somos en verdad.
P: Yo tenía un problema antes respecto al comentario que usted hiciera de que nadie es santo, pero creo que lo que usted ha dicho tiene sentido. Con algunas personas sólo se experimenta una presencia, un sentimiento de unidad, en el sentido de que son una consigo mismas o con Dios y, por lo tanto, creo que eso es lo que yo llamaría una persona santa.
R: Lo que eso significa es que ellos le ponen menos impedimentos a su santidad que otras personas. En este mundo, eso es cierto. Más adelante en este capítulo, el cual no vamos a cubrir hoy, Jesús habla de sí mismo y dice que él no es diferente de los demás. El no es ni más santo ni menos santo que nadie. La única diferencia es que él trascendió su ego más rápidamente que el resto de nosotros. En el mundo del tiempo él es diferente porque no tiene ego. En el mundo de la eternidad, sin embargo, él es lo mismo que nosotros.
Por eso dice que experimentarlo con reverencia es un error, porque él define la reverencia como algo que se justifica únicamente cuando estamos ante alguien que es superior a nosotros. La única Persona ante Quién se justifica esto, es Dios, porque El es nuestro Creador. No debemos sentir reverencia por Jesús, porque él es
igual a nosotros. Un poco más listo, eso es todo. Por lo tanto, debemos pedirle que nos ayude.
P: Para abundar un poco más en eso, en todo lo que apreciamos y aprehendemos en los demás, y creemos que es santo, ¿vemos nuestra propia santidad?
R: Sí, pero tiene que tener mucho cuidado. A menudo cuando vemos cuán santa es esa persona realmente, lo que hacemos muy sutilmente es humillarnos a nosotros mismos. Decimos que esta persona es más santa que nosotros. Eso es lo que hacemos casi siempre. Ese es el error. Es por eso que, desde el punto de vista del Curso, se cometió el error de hacer a Jesús superior a todos los demás. Esa no fue una manera de enaltecer a
Jesús, sino de empequeñecernos nosotros, al decir que él es el único Hijo de Dios. Fue una manera de decir que él es perfecto y puro, lo que implicaba el hecho por el cual la gente se sentía tan impura. No era tanto una afirmación acerca de Jesús, era una aseveración sobre lo que había en nosotros. Nos sentíamos tan culpables e impíos que teníamos que hacerlo a él diferente. Y todo el centro de su enseñanza es que no somos distintos;
todos somos lo mismo. Somos el Cristo.
La única diferencia con Jesús es que él fue el primero en reconocer Quién era en verdad, que era el Cristo, y que ayuda a todos los demás a reconocer que también son el Cristo. Un ejemplo de lo que el Curso llama "especialismo espiritual" es que consideremos que ciertas personas son superiores o más santas o más espirituales que otras. Lo que hacemos con eso es humillarnos a nosotros mismos muy sutilmente, lo cual significa que reforzamos la creencia de que estamos separados. Sucede lo mismo cuando creemos que somos
más espirituales que otra persona (lados opuestos de la misma moneda).
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