La palabra fibromialgia viene del latín fibro, que es fibra, del griego mio, que es músculo y algia, que es dolor.
Así tenemos que como su nombre indica, la fibromialgia se refiere a un grupo de síntomas y trastornos músculo-esqueléticos que se caracteriza fundamentalmente por cansancio, dolor persistente, rigidez de intensidad variable de los músculos, tendones y tejido blando, y otros síntomas psicológicos, como dificultades para dormir, dolores de cabeza y problemas con el pensamiento y la memoria, que suelen impedir el funcionamiento rutinario de la persona que la padece.
Normalmente este trastorno lo padecen mujeres jóvenes entre los 20 y los 50 años y tiene un diagnóstico controvertido, justamente por la dificultad de encontrar síntomas en el examen físico. Históricamente ha sido considerado un trastorno musculoesquelético y neuropsiquiátrico, y las investigaciones realizadas en las últimas décadas han puesto de manifiesto alteraciones en el sistema nervioso central que afectan a regiones del cerebro que podrían estar vinculadas a los síntomas clínicos.
Para la biodescodificación la fibromialgia es la enfermedad de las fibras familiares, de los vínculos familiares y las personas que la sufren se encuentran en una contradicción porque las personas que quiero, me hacen sufrir, entonces quiero estar a su lado porque los quiero, pero esto me provoca dolor y no me siento capaz de resolver esta situación, me siento atrapado.
Es muy común en las personas que tienen fibromialgia que debido a esta sensación de no poder resolver la situación, que entren en un estado depresivo y adopten el papel de víctima, que les instala en la queja (y razones no les suelen faltar) pero en el fondo es una posición difícil porque se reproduce el problema una y otra vez, de alguna manera se dicen a ellas mismas: “yo soy el que aguanta” “yo soy el que acepta cosas inaceptables” y “esto lo hago porque les quiero”.
Es una patología multifactorial, lo que significa que hay varios conflictos y como veremos todos están relacionados.
Las personas que tienen fibromialgia suelen ser personas excesivamente serviciales, muy responsables y cargan con el peso de mucho trabajo porque necesitan sentirse útiles para su familia. Y en este contexto, el conflicto central es un conflicto de dirección, que se podría definir en términos de “la dirección que estoy tomando en mi vida no me satisface” o “aguanto esta situación que no quiero porque no sé qué hacer, no sé a dónde ir” y cuando estamos perdidos (no tenemos una dirección clara), lo que hacemos de forma instintiva para nuestra supervivencia es quedarnos quietos, no movernos y en este caso el síntoma del cansancio colabora con nosotros.
Obviamente esta situación nos produce una sensación de desvalorización, que es la palabra clave de todas la enfermedades vinculadas al sistema osteo-articular, que es otro de los síntomas principales de la fibromialgia, el dolor muscular en ciertos puntos del cuerpo. Aquí el conflicto es que no me siento bien conmigo mismo, con lo que hago o dejo de hacer y una vez más siento que “no hay salida” y que “yo no valgo”. Suele ocurrir que estas personas están centradas en los demás y no se ocupan de ellas mismas porque son personas con una baja autoestima, que no se valoran ellas mismas lo suficiente.
El tercer conflicto es el de contacto impuesto, que tiene que ver con la sensación de impotencia que me produce estar viviendo esta situación: “tengo que asumir un trabajo que no quiero, y no puedo no hacerlo porque si no…” y aquí cada uno encuentra mil formas de explicarse porque necesita seguir atrapado en esta situación y además tenemos el sentido biológico de los músculos, que son los que tienen la potencia para movernos, para hacer lo que queremos y para ir en la dirección que queremos, y si hay dolor no podemos hacer lo que tenemos que hacer, otra ayuda del cuerpo para que nos escuchemos y nos respetemos.
Y por último está el conflicto de identidad, es decir “¿quién soy yo si dejo de hacer ésto?”, en el fondo no hemos llegado a esta situación en un día, de alguna forma hemos crecido y nos hemos estructurado en función de ciertos valores que nos identifican y que nos han llevado a vivir esta situación durante mucho tiempo a pesar de que no es lo que queremos, así que el cambio aquí pasaría por encontrar nuevas respuestas a la pregunta ¿quién soy? Este es uno de los conflictos que hacen que se mantenga la enfermedad, porque cuando estamos tocando identidad estamos tocando algo muy central, muy profundo y requiere un cambio de percepción, un cambio de posición en la vida y un pasar a la acción desde otro lugar.
Todos estos conflictos están referidos a la familia pero recordemos que como siempre, la familia puede ser real o simbólica, así que la primera mirada tiene que ser a tomar conciencia de cómo me estoy relacionando con mi familia o con un grupo de personas que yo considere mi familia.
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