• A lo que te resistes, persiste..........

    A lo que te resistes, persiste. Así de sencillo. Es tan escueta la explicación que tiene vocación medicinal para liberar a razón y emoción infectadas por lo “externo”, aquello que no has elegido en primer término pero a lo que sí has compartido el timón de tu vida. Si analizas aquello a lo que te resistes, habrás dado tal paso que nada será igual. Me refiero a que nada será igual de dañino para ti, pues identificar es el primer paso para tu libertad.
    Yo siempre digo que si no eres una persona cautelosa con la integridad de tu salud (física y emocional), el saber sí ocupa lugar. En muchas ocasiones ocupa también tiempo, vida y post-ocupa a quien lo alberga. Esta argumentación tiene su base en que el saber no es solamente disponer de conocimiento, sino detectar a través de la propia consciencia si personas o hechos te influyen de una manera no deseada, es decir, el “saber” si algo te afecta, por qué, dónde, cómo, cuándo, etc. Es el conocimiento que también implica emoción y, por tanto, es el Conocimiento en su máxima expresión. Todo eso ocupa lugar, y además mucho. Si tienes la capacidad de discernir que algo similar te ocurre y le das excesiva trascendencia, se produce un acto defensivo para evitar que te domine. Eso es resistirte y eso es dar vida al problema.
    La Real Academia de la Lengua Española define la palabra resistir como “tolerar, aguantar o sufrir”. Esas situaciones que “toleras”, que “aguantas” o que “sufres” son tus compañeras de viaje, precisamente por tolerarlas, aguantarlas y sufrirlas. Ya que hablamos de vocación medicinal, diseccionemos estas tres palabras:
    Si toleras en tu mente y emoción algo no innato y dañino, estás consintiendo el control remoto de tu existencia. Dejas de ser libre y al mismo tiempo lo pagas por partida doble. No eres independiente y además no te gusta tu nueva auto-inducida sumisión.
    Si aguantas “esas” situaciones estás validando su contenido porque aguantar es literalmente “no dejar caer, sostener o sustentar”. La partida doble se convierte en triple y tú eres la persona responsable. No el problema.
    Finalmente llegamos a la palabra sufrir. Casi nada. ¿Quién no ha sufrido o sufre? Además de tolerar y aguantar (actos hasta nobles en otras circunstancias) el resultado final es el sufrimiento. Ahora ya no es triple la partida, se quintuplica: toleras, aguantas, no dejas caer, sostienes, sustentas… Tú eres el problema ante el problema.
    ¿Sabes? Hay un truco para evitar todo esto. Una de las primeras frases de este artículo tiene la clave. Volvamos a empezar: “todo aquello a lo que te resistes, persiste”. Si queremos evitar esa “persistencia”, ¿Qué debemos hacer? Fácil si quieres. No resistirte. Lo que te post-ocupa puede dejar de protagonizar tu vida. Te propongo el vértigo de sentir otra cosa ante ese invasor miedo o indignación: ¿Y si aceptaras eso que no te gusta, que no es justo o que no esperabas? Prueba a sentirlo con sinceridad. Juega en tú cabeza y tu corazón y visualiza que lo aceptas, sin más… ¿Qué tal? ¿Tienes menos dignidad? Claro que no. Es más, ahora el saber ya no ocupa tanto lugar, pues aceptado es igual a archivado. Prueba, practica y consíguelo. Hacerlo significará salir al rescate de tu propia persona, relegada a un segundo plano por una razón y emoción que sólo tú sabes. Hacerlo te hará libre, la primera y única obligación en vida. Disfrútala.

    Bendiciones!!

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