• QUISTES

       Un  quiste  se forma cuando entretengo remordimientos frente a una situación pasada, cuando guardo en mí pena, aflicción, dolores; también pueden ser remordimientos frente a un proyecto, a un deseo que no pude realizar. Me “hinché”, “acumulé” informaciones, datos de todo tipo para un proyecto que jamás pude llevar a cabo: se volvieron presos de mi cuerpo y de mi mente. Es una negación del perdón. “Me perdono, me amo. Me giro hacía el porvenir, estoy en paz”. El  quiste  puede corresponder también a la solidificación de actitudes y de “patterns mentales” que se acumularon inconscientemente durante cierto período de tiempo. Éstos pueden servirme de barrera de protección, manteniéndome apresado dentro de un marco bien 
    delimitado y evitándome enfrentarme con ciertas personas o ciertas situaciones. Esto también me hace frenar y me impide ir hacía delante porque tengo dificultad en abrirme a otras opiniones o a otros modos de pensar. Mi ego puede estar profundamente herido y mi rencor se solidifica para hacer un quiste. Acepto dejar circular la energía libremente a través mío y tengo confianza en el hecho de poner por delante mis proyectos y pido ver las soluciones para que todo “fluya” mejor en mi vida. 

    Los problemas de los ovarios indican un profundo conflicto en cuanto al hecho de ser mujer, a la expresión de mi feminidad, o al hecho de ser madre. Puedo también haber dejado de lado el lado creativo que está presente en mí. Es como si me “cortase” de una parte de mí  –  misma, porque los ovarios son el principio de la creación de la vida y se sitúan en la pelvis, que es la región en donde puedo dar a luz a un niño,  pero también a nuevos aspectos de mí – misma, ahí en donde puedo descubrirme otra vez. Puede pues 
    existir un conflicto interior frente a la creación y al descubrimiento de mi propia vía. Un  quiste de los ovarios  indica la acumulación de energía emocional o sentimientos contrarios, vinculados con la energía de los ovarios. 

    En cuanto al  cáncer de los ovarios, se puede desarrollar después de un acontecimiento en que viví la  PÉRDIDA  de un ser querido. El paralelo al cáncer de los ovarios en el hombre es el cáncer de los testículos. Frecuentemente el ser querido es uno de mis hijos muerto en un accidente, después de una enfermedad o de un aborto. Puede tratarse de una persona con quien no tengo vínculos sanguíneos pero que “amo tanto como si fuera mi 
    hijo”. El sentimiento de pérdida puede vivirse con un elemento abstracto como 
    por ejemplo: “Desde que tiene este nuevo trabajo, mi marido ya no está en casa, vuelve tarde, ya casi no nos hablamos, siempre tiene su trabajo en la mente. He perdido a mi marido! Si esto sigue así, el trabajo destruirá nuestro matrimonio…” Por lo tanto, “he perdido” al hombre que conocía antes y con quien era feliz, lo cual hoy ya no soy. Puede tratarse de la pérdida de un proyecto que amaba y que abortó. Y de hecho, si era el instigador de dicho proyecto, cuando hablaba a los demás, se trataba de “mi bebé”. Cualquier sea la situación, es importante que acepte  todos los sentimientos que me 
    habitan, que los exprese para que mi herida interior pueda curar y que pueda girarme hacía el futuro con una mirada más positiva y llena de proyectos por realizar. 

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